Hay momentos en los que una sencilla frase te puede destruir el trabajo que llevas realizando durante días, tal vez semanas. La frase con la que comienzo este post (y la cual ha sido dicha en el último episodio emitido de "Cómo conocí a vuestra madre") me ha provocado, precisamente, éso.
Para empezar, no pienso seguir viendo los dos episodios que quedan de esta serie, porque sé que me van a hacer mucho daño. Tanto o más que la frase que ha soltado el meloso de Ted, ésa persona que sigue empeñada en hacernos creer que el amor sólo existe de una manera (él y los guionistas de la serie, vaya), cuando en realidad hay muchas diferentes formas de amar, como yo he descubierto con esta experiencia recientemente.
Después me ha hecho pensar que, obviamente, él no me quiere cerca. Porque de ser así, hubiera hecho algo al respecto. Claro, ya sé que seguramente estará esperando a que a mí se me pase todo lo que tengo encima ahora mismo, que no es poco (me parece lógico y coherente). Pero, una vez se me pase, no sé si voy a querer ser yo la que quiera que él esté alrededor. No después de cómo lo estoy pasando, y sin poder entender nada. Porque no entiendo nada, y me cuesta dejar las cosas pasar sin entenderlas, sobre todo si me importan. Y él me importa; ojalá pudiera hablar en pasado, pero no puedo.
Tengo a mis pies un camino por el cual nunca he caminado, y a través del cual no sé como mover los pies. Lo intento, dando pasos de ciego, muerta de miedo; pero lo intento. Estoy esforzándome en ello, de verdad. Pero me siento débil, y me siento muy perdida. No sólo por su ausencia, o porque me haya "cambiado" tan rápidamente por otra persona (y, no es por sonar creída, ya que precisamente mi autoestima es muy baja, más ahora; pero considero que yo valgo bastante más que ésa nueva conquista); me siento perdida porque no sé que he hecho mal en mi vida para llegar a este callejón que no tiene salida aparente, pero que a la vez sé que está delante de mí, como la entrada al Laberinto de Jareth.
Es muy duro saber que no te echan de menos, sobre todo cuando tú extrañas tanto a esa persona; cuando, a pesar de no querer, has bajado tus barreras y tu coraza para poder sentir su presencia y, aún más, te has acostumbrado buenamente a ella. Cuando veías como, poco a poco, sus barreras también iban bajando; y tal vez fue éso lo que dio tanto miedo. Por no sentir el amor como nos vende Ted Mosby y todas las comedias ligeras americanas, sino porque, de pronto, era algo maduro, adulto, diferente, sencillo.
El amor no es complicado. El amor no es luchar contra montañas, matar monstruos, sufrir, sentir mariposas en tu estómago y finalmente abrazar a esa persona, tener una boda bonita y feliz y tener familia hasta el final de tus días. El amor, el amor de verdad, es conectar con la otra persona en los pequeños detalles (sin notar siquiera que pasan los días, los meses, los años; sigues conectando en esos pequeños detalles), disfrutar del tiempo juntos, sentir no que quieres vivir por esa persona, sino CON esa persona. Compartir el camino, sentir paz a su lado.
Porque el amor, al final, es simple.
Los fines de semana son el momento más terrible para mí, porque tengo más tiempo libre y mi cabeza se empeña en pensar, incluso cuando duermo y sueño con él. Contigo.
No debería de escribir entradas que hincharan más tu ego, pero qué vamos a hacerle. Al fin de cuentas, éste es mi blog y no estoy aquí para agradar a nadie. Ni siquiera a ti.
(Imágenes sacadas de mi tablero de Pinterest "Love hurts")
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